En la puerta de un bar de mala muerte, perdido en las calles de una ciudad cualquiera, me sorprende la silueta tan conocida, tan añorada y ya tan evasiva.
¿Cuanto hace?
Ni recuerdo apenas la noche de abandono, ni veo aun tus brazos cercando otra cintura, en otro rostro, la otra sonrisa y la mirada soslayada, cruel que dirigiste.
No lloré muchas horas, ni dias, ni siquiera te añoré por meses... , no creas que aun mi cuerpo recuerda tus dedos, no lo pienses, ni por un momento, siquiera eres... una especie de sueño, algo que bien pudo no existir, una mala pesadilla, ¿sabes? solo eso.
Y aun así...
Mis pasos se dirigen donde tu te encuentras, la cara cubierta como siempre por el sombrero negro, siempre a lo Gardel, siempre perfecto.
Sin una palabra, los brazos enlazados, los tacones chocando en el suelo mojado, la vista perdida en un pasado muerto que parece, que temo que haya resucitado.
Y de nuevo el humo, las risas exageradas, los colores oscuros bajo luces tenues, nuestro sitio de siempre, ese bar destartalado donde un músico algo achispado llora con las notas de cada tango.
El acordeón desgarra las canciones mientras tu y yo bailamos, la música envuelve nuestra filigrana con dedos sensuales y una desgarrada armonía de deseo, lujuria y amor, de celos, de reproches, de rendición, en unos minutos condensa el tiempo..., y me pierdo.
Me buscas, me acerco, huyo y te encuentro, mis piernas enredadas en las tuyas, el humo cargando el aire haciendo mas presente la angustia por sentir el capricho de tu pelo, la salvaje intrepidez del quiero, el oculto giro de fuera... adentro, brazos que muestran un intenso beso, transfomando en boca el teatro del balanceo.
Seguimos bailando y dañando el suelo arrastrando el alma en cada rodeo, caigo... te espero. Inclinado a mi frente, fija la mirada helada y codiciosa por tener mi talle, tu aliento me roza, se aparta... y me muero por tenerte y que me tengas por sentir tuya de nuevo.
La mentira descarada, que acabó con lo nuestro tus sospechas y mis dudas, el daño de la traición de aquella noche, siguen ahí, sin cura, sin reparo posible y te amo, y me odias, y me amas y te desprecio.
Reto a tu alma, a tu hombría a tu fuerza y a tu ego, la mujer que fui está muerta, la que queda es la que contemplas, me hice fuerte, te extrañe ahora tu quieres que vuelva, el hombre que eres... lo eras, mátalo por mi, mata el titubeo entrega tu orgullo y hazte de nuevo.
Un tango nos separó aquel día, un tango nos une de nuevo, más viejos y más amargos, más maduros, más sinceros, menos sutiles, más reales, sin artificio ni enredo.
Y el alba quema mis ojos a través de los cristales de un motel de dudosa fama, las sábanas revueltas en la cama, blanco roto como nuestras vidas, siempre lo supe.
Abajo tu figura voltea a mirarme, ambos nos mentimos a nosotros mismos, te marchas y me quedo, incapaz de dejar de ser, ese hombre que robó mi alma, incapaz de tener pasado porque siempre se hace presente, sin vuelta de hoja, así te amo.
Y asi te veo marchar lanzando un beso como despedida, me visto despacio con la mirada perdida en el papel de la pared, acariciando las marcas de la pasada pasión compartida, salgo a la calle y pisando el rocío avanzo primero despacio, levanto la cara al frío invernal, un paso, otro paso más fuerte más osado... ¿quien eres?.
Ya te he olvidado.
(estoy arrabalera (O.o))
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