Dragón
Mírame, aquí estoy, me buscas para matarme pero tus ojos me recorren
con sorpresa y fascinación, caballero de armadura tan brillante, te he
esperado siempre, desde el día de la creación.
Soy tu
tentación, destinada a ti desde el inicio del mundo, déjate consumir...
quémate, arde conmigo en ese fuego, en la llama que surge de mis huesos,
de mi piel, muere en él se uno conmigo, soy un ser híbrido y fuerte,
con escamas duras de puro vivir siento un frío que no se calma, no
puedes curarme, ámame así.
Consrtuye tu armadura forjándote
en mi alma, negra y maldita, renuncia a la luz del mundo expirante y
agónico y se inmortal para mi. Se el asesino de mi soledad con tu
compañía eterna, traspasando la debilidad del cuerpo, entrando en la
leyenda, personajes de cuento, de fábula, alojados ambos en la memoria
colectiva como el amor imposible, como la duda factible, ¿sucedió o no
fue así?.
Ari
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