Pecado es todo aquello que los demás piensan que pueden reclamarte, aquello que en teoría les da autoridad moral, es romper las cadenas, hacer que aprieten tanto que tengan que ceder, que tengan que explotar en un instante de poder que llena el infinito con su estruendoso silencio, el cambio interno que se debe reflejar de cara al mundo, el que los demás ven.
Y en realidad no es importante lo que piensen los otros, lo que vale la pena es que su consciencia de que cambiaste te hace más fuerte te reafirma en tu lucha y te permite seguir.
Todo aquel que añore la oscuridad en tu alma, la discreción y las humildades falsas, el recato, la concesión a la paz que nadie aprecia, es un veneno en tu mundo.
La luz, el volcán, el deseo manifiesto, el orgullo de ser quien eres, el reclamo de que aquí estás.
No son tan malos algunos pecados si te ayudan a avanzar.
¿Que es si no la curiosidad?, el pecado de la duda contra el dogma de fe, ¿Que es la elección de tu nombre? no el que te dieron, sino el que escoges, sólo el orgullo de no estar conforme con lo que se espera, así la gula de nunca verte lleno de sueños, la avaricia que atesorar momentos felices, la lujuria de desear fundirte con el ser amado, la pereza de cruzar tus palabras con quien te hace mal, la ira contra el mundo plagado de injusticias, envidiando el infinito del universo que disfrutan las estrellas.
Y ahora decidme, a veces... ¿tan malo es pecar?
Ari
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